viernes, 8 de febrero de 2008

VAGABUNDEOS DE UN BOLINGA. CÁPITULO DÉCIMO SÉPTIMO. EL CHIMICHURRI Y OTRAS CONSECUENCIAS DESASTROSAS (continuación 2)



Al rato la chica del teléfono salió sin despedirse del camarero con un beso. Quise deducir lo deducible, pero no me quise adentrar en aventuras.

Aquella noche dormí en la cama del hostal y de un tirón (cual, por otra parte es mi costumbre) soñé con cascabeles y margaritas que al igual que girasoles giraban a lo lejos tintineando.

Ya entrada la mañana (como se suele escribir) en reflejos arcoiris, desayuné, pagué religiosamente el precio estipulado y a bordo de mi nave me dispuse a enfrentarme otra vez a la batalla del asfalto y la distancia.

No obstante me hacía cosquillas en la oreja aquel encuentro, aquella casual casualidad inesperada.




Días después aún sentía el cosquilleo y como una broma del destino, aparcado en la tarde, moví la ficha, marqué el número, en modo oculto, por supuesto. Su voz resonó unos cientos de kilómetros más arriba. Disimulé la mía en la distancia que ya no llueve. Pronuncié un nombre, aquel que con el que el azar quiso que ella quedara archivada en el registro de mi agenda. Y la mujer, me dijo ¿sí?. Pegué un brinco.

- Que me he dejado las llaves – improvisé- y no puedo entrar a la oficina.

- ¿Las llaves? ¿Que oficina? – inquirió ella.

- ¿Pero tú quien eres? – pregunté yo disimulando.

- Tú por quien preguntas…. ¿ - me contesta.

- Por….. – y repetí el nombre.

- Pues sí, soy yo…. Pero me da que no soy la misma por quién preguntas…. ¿Tu quien eres?

- Joaquín…. Jajajaja…. Tu tocayo de onomástica…. Jajajaa…. – respondo tronchándome como un idiota con mi mal chiste…

- Jajjajaja…. – se rió ella- muy gracioso…. Vaya casualidad !!! Pero me parece que te has equivocado.

- Si eso parece – le respondo.

- Pues nada, que tengas un buen día – me desea.

- Igualmente y disculpa la molestia – le respondo.

- No pasa nada.

Terminé la llamada y lanzé un beso al viento sonriendo. Volví a sentir cosquillas imprecisas.

Hay alguien a mi lado. Alguien que me toca. Alguien me mira desde el espejo.

Pero no hay nadie.

Mas desde ese día tengo un pasajero de copiloto, un fantasma, una visión, un alma errante tal vez, tal vez deliro. Siento ahora mismo escalofríos precisos.

Me voy a meter un lingotazo de pacharán que me regurgite el alma.

No sé si me quedará valor para volver a jugar al escondite.

Posiblemente es que bebo demasiado.

(Continuará)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Son cosas de las afliciones varias:
http://el-golfo-de-mazarron.blogspot.com/2007/12/mas-telefonas-afligidas-historias-para.html

Ya se irá. ¿O prefieres que se quede?

Lola dijo...

Creo que deberías sincerarte con la chica del teléfono. Claro que a riesgo de hacer trizas (o realidad) la pasajera misteriosa.