Hubiera sido mejor no haber trazado
las líneas que hoy no he escrito.
Y es que a veces la mano obedece a recorridos imposibles, da órdenes implacables que, asociadas al movimiento involuntario de la percepción desmejorada por el nivel de grado etílico desaconsejable, trazan recuerdos imposibles que jamás tuvieron origen ni destino, vagos espéculos, ósculos blancos, terrores diurnos y más desavenencias.
Es entonces que, al abrirse los ojos después del olvido, del lapsus, del coma excesivo, punto alcoholímetro, vislumbran la fugaz perturbación imposible, el bucle helicoide impreciso, el instante rotundo, el frío medular, la tinta espectral de lo que no se escribió dibujando agentes de contaminantes peligrosos, espiando en las sombras de carboncillo reciente y, desde fondo de un archivo de datos me asalta una imagen jpg infectada, puerta aquella que tampoco jamás debí haber abierto.
Navegación fatal que nunca debí haber intentado.