jueves, 6 de marzo de 2008

VAGANBUNDEOS DE UN BOLINGA. CÁPITULO VIGESIMO SEGUNDO. BEBIENDO, ME PASO EL DÍA BEBIENDO.




Siguiendo el consejo que mi estimado Nes tan afectuosamente me dedica en uno de los siempre bienvenidos comentarios que deposita en este blog, que, hoy por hoy, es como fuera mi santa casa, he de decir que, para variar, en este instante bebo. Bebo una copa de vino Lambrusco servida para la ocasión ya que es lo más parecido al Cava Catalán que casualmente he encontrado en los bajos fondos del maletero…. digo, de mis bodegas.
Cuento también en este acontecimiento con la gratitud de los hados cuyos designios hicieron que, en esta desierta extensión del territorio en el que pernocto en estos días y divago en las noches, se me cruzaran unos abnegados cultivadores y me dieran a probar los néctares de sus flores a cambio de un lingotazo y luego hubo trato. Invertí unos eurillos en tamaño regocijo.
Y aquí me hallo. Pero ya ves, Nes ,ganas de escribir no tengo. Ya publicaré mañana. A ver.
Saludos también en esta bendita hora a todos los que por aquí se pasean y en especial a la lejanísima Lola.


martes, 4 de marzo de 2008

VAGABUNDEOS DE UN BOLINGA. CAPÍTULO VIGÉSIMO PRIMERO. SUBTERFUGIOS.




No me di a la bebida por cuestiones amatorias ni para olvidar ni para recordar bebo. Bebo por dormir algunas tardes tristes u otras mañanas harapientas. Duermo la desazón de la vida que sólo tiene un destino y una dirección escrita. Lo demás son los tópicos sueños para pasear por la vida de por vida. Por eso duermo. Por eso bebo. Bebo con la furia del salvaje a veces, a veces con la dulzura del niño golosineando, a veces como una mujer despechada que quiere provocar un sacrilegio. Bebo porque la vida es absurda, indescriptible. Porque me aburre vivir sin hacer nada y vivir haciendo. Porque no tengo norte (ni quiero). Porque no hay sendero que no haya caminado en el que no se marchitaran amapolas.
Pero a veces no bebo.
A veces me limito a conducir resacas por intransitables carreteras imposibles.
A veces son días de kilómetros inciertos sin una solo gota, no vayan a pensarse.
Y otras veces me oculto al acecho en lugares donde no tengo cobertura.



VAGABUNDEOS DE UN BOLINGA. CAPÍTULO VIGÉSIMO. TRANCAZO.



He tenido un trancazo de tres pares. Un trancazo vírico supongo (que no de vino). Fiebre, escalofríos, toses, obstrucción en las vías nasales (es un eufemismo), dolores musculares, de cabeza, de pecho, de garganta… y etc.

Me paré en un pueblo soleado y aprovechando la coyuntura me hice un escaneado completo. Pensaba tener el hígado destrozado de bilis y cirrosis. Pero no. Por lo que parece lo voy a poder seguir utilizando por un tiempo.

Y sí, de salud resulta que ando de puta madre. O eso dicen.

Lo de la salud mental tampoco lo llevo mal. O eso creo.

Hoy tan sólo bebí un quinto vino