Caía, ya atardeciendo, un chimichurri no muy lento carretera arriba y en estas me suena el móvil. No me detengo. Conecto.
Una voz de chiquilla treintañera pelirroja me salpica:
- Oscar, estoy en el coche enfrente del Gayo Azul, acércame el paragüas que está empezando a caer …. Oscar?
- Te has equivocado, lo siento.
- ¿No es el 6*9*1*8*7*1?
- Pues sí.
- Pues eso, Oscar.
- Pues no.
- ¿Estás de broma Oscar?
- Que no soy Oscar, cojones!! … con perdón.
- ¿Quién eres?
- Yo soy Ernesto. ¿Y tú?
- Vengar Oscar, no juegues…. Si se te reconoce la voz…
- Que te equivocas mujer…..
A todo esto que el chimichurri me va empañando en parabrisas y tengo la mano ocupada.
- Oye, lo siento, me encantaría ser Oscar, pero tengo que colgarte….
- No me cuelgues Oscar… acércame el paragüas que esto está hecho un barrizal.
Un segundo más y en una curva discreta y mal divisada, me resbalan las ruedas y termino en el arcén cagándome en la hostia que por un poco un poco mas no se me vuelca la furgoneta….
- ¿Oscar? ¿Oscar? ¿Estás bien? – me hablaba el teléfono desde el suelo.
- Estoy de puta madre, el vehículo no sé y no soy Oscar y cuelgo.
(continuará)
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